En la Ciudad de Buenos Aires, a pasos de la Reserva Ecológica, se encuentra el Museo de Calcos y Escultura Comparada Ernesto de la Cárcova. Este museo, aunque no sea tan visitado como otros, quizás en razón de su ubicación un poco alejada, casi escondida frente a la Costanera Sur, es uno de los tesoros de la Ciudad.
El museo fue fundado en 1926 y su colección se compone de diversas adquisiciones, siendo la base los calcos comprados por el primer director del Museo Nacional de Bellas Artes, Eduardo Schiaffino. En línea con los museos europeos, Schiaffino decidió comprar calcos de las grandes obras de la estatuaria universal.
¿Qué es un calco? Lo que hoy en día llamamos calcos son reproducciones en yeso de esculturas. Al verter yeso sobre la escultura original, se crea una impresión en negativo, o molde. Este molde es removido y a continuación se vierte yeso fresco para crear la copia. Hacia 1880, Europa atravesaba una etapa que podríamos describir como “la manía de los calcos”. Con el revival de la antigüedad y los descubrimientos arqueológicos, entre los museos de Alemania, Francia e Inglaterra se desató una carrera por hacerse con las preciadas esculturas antiguas. En línea con el pensamiento enciclopedista de la época, las colecciones que se formaron apuntaban a tener la mayor cantidad de obras antiguas, aún si éstas no eran originales. Las universidades también se sumaron a la moda, y en menos de veinte años casi todas las universidades francesas tenían su colección de yesos, que eran utilizados para la enseñanza de la arqueología y la historia del arte.
Esta idea puede sonarnos extraña ya que nuestra mentalidad actual valora por sobre todas las cosas a la obra original. Pero no era así en ese momento, donde el objetivo era tener una colección donde todas las “maravillas” del arte “universal” estuvieran en exhibición de modo simultáneo, para que el visitante pudiera darse una verdadera idea de lo que fue el arte de la Antigüedad.
Fue entonces cuando un mercado de reproducciones empezó a desarrollarse. Muchos museos abrieron sus propios talleres de realización de calcos, y gracias a innovadoras técnicas muchas esculturas, además de ser copiadas en su tamaño natural mediante el uso de moldes, pudieron ser copiadas a tamaño reducido, guardando la fidelidad de sus detalles. Debemos aclarar, igualmente, que a medida que un molde se utiliza repetidamente, va reduciéndose su capacidad de reproducir los mínimos detalles. Es por eso que los calcos llamados de primera colada son tan importantes.
La gran mayoría de los calcos existentes en nuestro Museo son de primera colada, tomados directamente de las estatuas del Louvre, del British Museum y tantos otros grandes museos europeos. Eduardo Schiaffino se encargó personalmente de seleccionar y comprar calcos en el Atelier de Calcos del Louvre, en el Museo del Trocadéro parisino, como así en prestigiosos talleres como la Manufactura de Signa en Florencia y el atelier de August Gerber en Colonia, Alemania.
Nuestro Museo de Calcos y Escultura comparada solía formar parte de la antigua Escuela Superior de Bellas Artes, fundada en 1926 por la Comisión Nacional de Bellas Artes, integrada por artistas, teóricos del arte y directores de instituciones.
Por decisión de la Comisión, la formación académica se dividió en tres ciclos. Primero la Escuela Preparatoria de dibujo, (llamada Manuel Belgrano en honor al fundador de la primera escuela de arte en Argentina), la Escuela de Artes Decorativas y la Escuela Superior de Bellas Artes.
De acuerdo con el plan de estudios publicado en 1931, las lecciones de la Escuela Preparatoria se organizaron en tres cursos. En los tres, los moldes de yeso se utilizaron como modelos para la práctica del dibujo. En el primer año, los estudiantes se dedicaban a la copia de ornamentos arquitectónicos. En el segundo, «Dibujo modelado de la cabeza humana por reproducciones en yeso de las mejores obras de la estatuaria clásica», y después pasaban al «Dibujo modelado a claro y obscuro de fragmentos de la figura humana por reproducciones en yeso».
«Art.15. La Escuela Superior de Bellas Artes tendrá como finalidad el estudio y perfeccionamiento artístico de las artes plásticas. La Escuela comprende:
1º Talleres de dibujo, pintura (figura, paisaje y animales), escultura y arquitectura.
2º Cursos técnicos relacionados con las diferentes ramas del arte.
3º Museo de Escultura y Arquitectura Comparada, Anfiteatro de Conferencias, Biblioteca, etc.»
El plan de estudios de la escuela de las artes decorativas no incluía una referencia a los moldes, sin embargo, el “diseño ornamental” estaba presente en la mayoría de los cursos.
A diferencia de la escuela de artes decorativas, en la Escuela Superior no se formaron maestros, sino artistas.
«Esta escuela más que un Instituto de enseñanza debe ser un hogar de artistas (…) su ingreso, limitado a muy pocas plazas, debe ser considerado como un timbre de honor. En cada una de sus secciones (Pintura, escultura y arquitectura) el número de plazas debe reducirse en una progresión severa a medida que los estudios avancen, de modo que el artista que consiga egresar con el programa completo realizado pueda desde ya considerarse como una esperanza de carácter nacional. (…) Los alumnos de tercer año tendrán cada uno dentro del local de la escuela un estudio independiente donde si la Comisión Nacional lo autoriza podrán vivir y además una pensión de $100.- para ayuda de gastos. El plan de estudios es el ya proyectado debiendo introducirse pequeñas variantes de detalle, suprimirse la pedagogía que pasa a la Escuela Nacional de Artes y aumentarse los cursos de 2 a 3 años».
Los artistas ya disponían de talleres privados en el edificio de la Escuela. En su informe de 1930, Carlos Ripamonte explica « (…) la Dirección puede ofrecer ya el taller individual, con libertad plena de expresión para el merecedor de ello facilitándole, junto con modelos varios, materiales de enseñanza en que carezca, y secundándole en los propósitos de perfeccionamiento mediante todos los ensayos que por propio peculio no podría realizar. En una palabra, damos aquí, en la Escuela Argentina, a los jóvenes que se inician como artistas, lo que sólo algunas naciones de Europa proporcionan a sus pensionados en el extranjero ». La Escuela, institución innovadora para la época, estuvo abierta hasta que en los años 90, por cambios en los planes de estudio, pasa a integrarse al Instituto Universitario de Arte (Hoy UNA) como sitio de extensión.
En nuestro país y en Latinoamérica, los calcos cumplieron una función muy importante para que podamos conocer el arte antiguo. Durante el siglo XIX, los libros de arte eran caros y difíciles de conseguir, mientras que viajar a Europa era casi imposible para la mayoría de la gente. Artistas como Arturo Dresco, Rogelio Yrurtia, Lucio Correa Morales se inspiraron en ellos.
Recorriendo el Museo
Podemos encontrar aquí reproducciones de arte egipcio, asirio e incluso de la India, piezas que no tendríamos oportunidad de conocer de otro modo que no sea viajando. Se trata además de reproducciones de altísima calidad, cubiertas con pátinas diseñadas para acercarse lo más posible al aspecto de los originales.
Las reproducciones de algunas obras, como el Zodíaco de Denderah (ver debajo, a la izquierda) existen en un número muy limitado debido a la dificultad para su obtención.
Otras piezas se han convertido en “originales”, al haber sido destruida la obra original. Este es el caso de un glifo expuesto en la sala de Arte Precolombino del museo. Debido a la extrema erosión sufrida por el original (que se encontraba al aire libre) esta pieza es la única reproducción existente y es estudiada por los arqueólogos que pueden observar la obra en todo su detalle gracias a su excelente estado de conservación.
La sala de Arte Precolombino fue creada durante la década del 90, gracias a una donación de la colección del Museo Etnográfico Juan Bautista Ambrosetti.
De vez en cuando acoge también intervenciones de artistas contemporáneos, como la Tadeo Muleiro, dentro del ciclo Diálogos con el Patrimonio, interesante actividad propuesta por el Museo que además ofrece talleres, charlas y cursos gratuitos.
En síntesis, reuniendo arte del antiguo Egipto, Grecia y Roma, reproducciones a tamaño natural del David y el Moisés de Miguel Angel, obras maestras del arte oriental, reproducciones del arte medieval europeo y una sala de arte precolombino con piezas únicas en el mundo, podemos concluir que el Museo de la Cárcova nos ofrece un panorama completísimo de la escultura universal. Una visita para no dejar pasar.
Fotografías gentileza de Anahí Porto